Urueña, Villa del libro
Ago-2019


Desde que supe de la existencia de Urueña, Villa del Libro, situada en la provincia de Valladolid, quise visitarla, lo que conseguí hacer hace unos días. Desde aquel año 2007 en que tuve noticia de su existencia hasta el momento en que escribo esto las cosas han cambiado mucho. En aquella época podía caminar tranquilamente por las calles de Lisboa o Santiago de Compostela. O leer sentado en un banco del Parque Güell. Cosas que hoy son imposibles.
En los últimos años, mis viajes turísticos se han visto empañados por la culpa de contribuir a un proceso de gentrificación al que no soy ajeno. No viajo demasiado. Lo hice, por trabajo y por placer, pero cada vez me siento más fuera de lugar, con mi mochila a la espalda, callejeando desorientado, parte de la masa de gente que se mueve, como yo, en pantalón corto, teléfono móvil en mano. De poco me vale decirme que no me hago selfies, que apenas hago fotografías, que procuro no molestar… Nada alivia mi sentimiento de culpa por mi presencia contaminante.
El viaje
Conseguí, a pesar de todo, superar estos sentimientos y acercarme a Urueña, en parte espoleado por las referencias de Tamara Crespo, que regenta la librería Primera página, Víctor Colden e Isidora Navarro, auténticos embajadores de la Villa.
No tenía mucho tiempo. Planifiqué el viaje como una visita de médico, como buen urbanita que se acerca al campo lo justo para tomar aire: conocer a Tamara, callejear, disfrutar de lo hermoso que el lugar pudiera darme, rebuscar entre libros de viejo… y regresar.
Que Urueña es historia viva se percibe antes de caminar por sus calles, desde la carretera por la que se llega al pueblo, contemplando su muralla y sus tejados, sobre el cerro desde el que domina la llanura. Al llegar la primera impresión se confirma: el tiempo se ha detenido en el lugar, en el empedrado de sus calles, las plantas en las ventanas, el color de los muros y las tejas y el campo, extenso como un mar de secano, abarcándolo todo, en un austero horizonte de grandeza, con una puesta de sol impagable.
Dejarse llevar por sus callejuelas, descubrir sus olores, el tacto áspero de la piedra caliza, el calor inmisericorde del mes de agosto, el tono pastel de su paisaje, son lujos que un urbanita también sabe apreciar. Y sus librerías, llenas de encanto. Impuntuales. Ordenadas en su desorden. Llenas de detalles. De cariño. Una gran librería diseminada con diferentes personalidades. El placer de pasar horas recorriendo estantes, soñando lecturas.
Las personas
Viajar siempre fue para mí algo más que conocer un lugar. Que constatar que aquello está donde debería estar, hacerme un selfie como prueba y buscar otro lugar que coleccionar, que añadir a mi album digital para envidia de followers. Viajar es interactuar con las personas. Y Urueña me ha dado esa posibilidad: hablar con la gente del restaurante, con las quienes gestionan el museo, con el vecindario, amable y cercano. Algo que resulta más complicado en lugares mucho más castigados por el turismo.
Tamara y Fidel
Encontrarme con Tamara Crespo y Fidel Raso ha sido para mí el gran lujo de esta visita: su calidez y cercanía, su conocimiento de la realidad que habitan, apuntalado sobre todas sus vivencias anteriores en otros lugares del planeta, han logrado que la visita a Urueña, Villa del libro, fuese algo especial, no un mero lugar más en el que se ha estado y que añadir a la colección, sino un lugar en el que siento que dejo algo mío, llevándome algo más que un puñado de fotografías.
Hablar con Tamara y Fidel es acceder a un trozo de sabiduría de unas personas que han sabido descubrir la forma de encontrar su lugar en el mundo mirando hacia dentro para lograr disfrutar más tarde de la visión de lo que les rodea. Del impagable valor de una puesta de sol inmensa, la nitidez de las estrellas en las noches de verano y el silencio del campo, repleto de los sonidos de los seres que lo pueblan. Una forma de vida en armonía con el entorno, en perpetua resistencia contra las agresiones exteriores, parapetados en una trinchera echa de libros, paciencia, constancia y conocimiento.
Paisaje interior
Pasamos, en nuestro día a día, demasiado tiempo aturdidos, buscando un nuevo descubrimiento, una nueva sensación que nos aleje de nosotros mismos, como si fuéramos incapaces de soportarnos. Sin embargo no existe nada que pueda llenarnos si estamos vacíos. Nada te va a dar Urueña si no lo llevas tú contigo. Tamara y Fidel lo saben, de vuelta de mil y una batallas libradas. Algo que se refleja a la perfección en el libro que ambos dedicaron a la villa del libro: Urueña, un destino de primera. Su visión serena de la vida, no exenta de crítica, de amor a lo que les rodea se manifiesta en cada página.
Victoria Camps en su libro La búsqueda de la felicidad habla de una búsqueda interior de esa felicidad, basada en valores y principios, en la cultura y el conocimiento, en placeres sencillos, austeros, como pueden ser la lectura y la escritura. Los paseos. Los pequeños proyectos cargados de sentido. Pero también en nuestra relación con los demás. Con nuestros seres queridos y la comunidad que nos rodea, un apoyo fundamental alejado del individualismo egoísta propugnado por un modelo capitalista que, paradójicamente, deja de lado lo más profundo de la persona. Tamara y Fidel han sabido buscar en la dirección correcta y son toda una inspiración para lo que queda por delante. Urueña ha sabido darme lo que buscaba. O yo he sabido encontrarlo. Sea como sea, no queda más que dar las gracias.