‘Scórpio’ de Ricardo Carvalho Calero.

Hace tiempo que vuelvo, de una u otra forma, a la Guerra Civil y la posguerra españolas. No como lo haría alguien que investigara sobre la época, sino como una forma de introspección, tratando de entenderme, muy consciente de que aquellos momentos influyeron, con todas sus enormes tensiones, en la pequeña historia de mi familia, como supongo que ha sucedido con tantas.

Este interés mío tiene sus momentos álgidos y otros en los que me distancio del tema, pero cada vez que vuelvo a acercarme soy consciente de cómo ha evolucionado mi enfoque a lo largo de los años. A día de hoy huyo de las posturas polarizadas y maniqueas, interesándome más por aquellas visiones más centradas y, con frecuencia, más tristes y desgarradas. Más íntimas.

En los últimos tiempos ha vuelto a reavivarse mi interés, también fruto de nuevos proyectos que rondan mi cabeza, por lo que estoy más alerta ante cualquier estímulo que pueda aportarme luz o nuevas visiones de aquellos tiempos oscuros. Y en este estado de alerta, puedo descubrir por azar obras que me habían pasado desapercibidas en su día y que terminan por sacudirme, reveladoras del horror y la tragedia de una ruptura de la que todavía estamos recuperándonos.

Mi último «descubrimiento» en este sentido ha sido Scórpio de Ricardo Carvalho Calero, y lo entrecomillo porque era una obra que conocía bien, pero que tardé más de veinte años en leer.

Cuando Scórpio se publicó yo debía rondar los veinte años. Recuerdo el acontecimiento porque en la ciudad en que tanto él como yo nos criamos, todavía algunas personas sentían un respeto profundo por su obra, antes de que fuera cayendo en el olvido, por sus posturas políticas y lingüísticas, que fueron tan determinantes que, durante muchos años, no se reeditó esta obra, como una forma de castigo que penaliza el recuerdo de uno de los más grandes intelectuales de Galicia, siendo así castigado tanto en la dictadura como durante la democracia.

Hoy vuelve a editarse en la Editorial A través, especializada en libros en gallego reintegrado, o internacional, usando la grafía lusista que abrazó Carvalho hacia el final de su carrera. Lamento que esta obra no esté accesible en castellano, porque para muchas de mis amistades el gallego-portugués resulta una barrera infranqueable. Y esta obra merece una mayor repercusión.

Dejando de lado el idioma y sus razones, tengo que reconocer que Scórpio es una gran novela. Una obra que analiza la guerra y sus años previos, la forma en que la tensión entre fuerzas radicales antagónicas abortan una edad dorada para las letras, las artes y la cultura. Una apuesta por un estilo de vida que introducía al país en la modernidad y las vanguardias europeas, algo que quedó truncado por el estallido de la guerra.

Scórpio tiene mucho de autobiográfico. Desde los orígenes de Carvalho Calero, fácilmente reconocibles para mí por la proximidad que existió entre nuestras familias y haber vivido en el mismo barrio, hasta la edad adulta, ese período largo y complejo de su vida, lleno de avatares y dificultades propios de la guerra.

La visión desencantada de Carvalho Calero procede de la lucidez que dan los años, en una obra ya escrita en la vejez, a modo de memoria de un tiempo clave en su existencia, lo que hace de Scórpio no sólo una excelente novela, sino también una gran crónica de un tiempo de efervescencia, tensiones y rencores. Un tiempo de desastres y derrota, mayores por la esperanza y alegría precedentes.

Carvalho Calero elude la tentación de caer en maniqueísmos y realiza con esta novela un ejercicio de honestidad, contando la historia desde su visión de miembro familia acomodada y burguesa, con acceso al conocimiento, y que se ve obligado a abrazar un bando. No el republicano, pues la República desaparece pronto, sino el revolucionario. Su radicalidad  le desagradaba, pero la veía como la alternativa más acorde con sus principios ante la situación extrema que atravesaba el país.

Scórpio no sólo es una crónica social y política de una época, sino que además tiene componentes experimentales y folletinescos, haciendo que sea una lectura amena, a pesar de su complejidad formal por el tratamiento de la voz narrativa y su estructura, y la de los temas tratados. La temática amorosa, las relaciones que se forjan entre los jóvenes personajes y el regreso a una época de juventud siempre idealizada, hacen que la obra avance, resultando ágil y de agradable lectura

Scórpio es una excelente lectura, además de una crónica vital y lúcida de una época determinante en la historia de este país. Una gran obra sólo al alcance de un gran intelectual como fue el autor ferrolano.

Ojalá que con el tiempo los lectores de otras lenguas puedan disfrutar de esta lectura. Todo un lujo para cualquier amante de la literatura.

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