Me gusta ser un aficionado. Y me gusta más esa idea que encierra la palabra amateur: la de ser alguien que ama lo que hace. Por eso, aunque he sido profesional en algunas cosas, como en mi actual oficio de educador social, creo que es importante conservar algunas actitudes propias de un auténtico diletante, como la curiosidad, cierto grado de osadía, y un punto de obsesión con determinados temas de nuestra predilección.
Aprender en abierto
Una de las cosas que me encantan de la actitud amateur es disfrutar los aprendizajes y hacerlos públicos sin complejos. Aprender en abierto y mostrar, sin demasiado pudor, las costuras y las dificultades que nos encontramos.
Una de las últimas cosas en las que ando sumergido es en el desarrollo web. De momento no hago más que trabajar con código HTML y CSS, pero ya he hecho algo de lo que me siento orgulloso, aunque sea algo muy pequeñito: he sido capaz de crear desde cero una web completa, guiado en todo momento por el profesor que imparte la formación. Pero aún así me ha hecho ilusión, como a todo buen amateur.
Estoy tan contento que voy a dejar por aquí el enlace a la web que he creado, de una empresa inexistente, durante mi aprendizaje. Mi siguiente paso será hacerla responsiva para adaptarla a dispositivos móviles.
Publicación de Sal en la memoria

Mi vocación amateur más genuina está en la literatura. Me resisto a perderla con uñas y dientes. Alguna vez me han sugerido que podría profesionalizarme en esto, pero creo que ya me he cargado demasiadas cosas en mi vida por culpa del prestigio de la profesionalización. Me gusta demasiado la literatura como para echarla a perder convirtiéndola en mi oficio.
Mi última aventura, en compañía del fotógrafo Jorge Meis es Sal en la memoria. Ya he hablado antes por aquí del proyecto, pero ahora ya estamos a punto de publicarlo y estamos llenos de ilusión. Acabamos de recibir las pruebas de imprenta, por lo que el final de este proceso ya está cerca.
Llevo tantos años con este proyecto que no sé qué voy a hacer cuando se termine.
Para este proyecto he dado lo mejor de mí, aunque como se ha dilatado tanto en el tiempo, hoy habría hecho las cosas de otra manera, que no mejor.
Os caprichos espidos

Es el título de la exposición de Xosé Poldras, que pude visitar en estos días. Se trata de una versión de los Caprichos de Goya, llevados al desnudo, y los textos modificados. La obra de Poldras explora rincones oscuros y nos plantea un diálogo exigente, que maneja viejos y nuevos códigos. Viejos y nuevos problemas.
El diálogo con la obra de Poldras es exigente, incómodo y a veces inquietante: en el viaje interior que nos propone con su revisión de la obra de Goya, de la que es un gran conocedor, como demuestra, nos llevamos algún zarandeo, pero nadie emprende un viaje con la pretensión de regresar sin una transformación.
Viajes en ferrocarril

Y hablando de viajes y zarandeos, mi última lectura es un dos por uno. Dos libros que se complementan y dialogan entre sí. Se trata de En vía muerta y de España en regional, de Alfonso Vila Francés, que plantea un viaje por la España que se vacía, a ritmo lento pero constante, en trenes regionales.
Su camino, en España en regional, es fascinante, hipnótico, sin que pase nada, como una forma de meditación que se ha perdido. Desde su ventanilla contempla un paisaje que a veces comparte con nosotros: pueblos, estaciones, cosechas, ruinas, ríos… Todo pasa ante nuestros ojos de la mano de Alfonso Vila Francés, sin que echemos de menos la acción o las emociones fuertes. De nuevo un viaje que tiene tanto de interior como de exterior, de individual como de colectivo.
Dejarse arrastrar por el ritmo pausado del viaje sirve para reflexionar cuánto hemos perdido y ganado en estos años de progreso que parecía infinito, y a qué precio.
Algo sobre lo que también podemos reflexionar, aunque de forma más visual en En vía muerta, donde encontramos un testimonio de las viejas estaciones de tren abandonadas, en un viaje por las ruinas de nuestra civilización. Un libro editado con gran calidad, en el que podemos disfrutar de las fotografías de viaje con todo esplendor, que compensa en parte la principal carencia de España en regional.
Dos libros complementarios que disfrutarán los amantes de los paisajes interiores y los tiempos lentos.
Noticias del apocalipsis

En esta época extraña que nos toca vivir no somos del todo consciente de cómo un virus ha cuestionado nuestra idea del progreso. Sobre ella y sus consecuencias alerta El colapso, la serie francesa que lanza hipótesis de un futuro cercano en el que nuestra civilización colapsa repentinamente, dejando al descubierto las flaquezas del sistema: el egoísmo, la dependencia energética, la violencia… todo ello aflora en cuanto la sensación de seguridad desaparece.
El pesimismo es la tónica de la obra, en la que las pocas personas que intentan mantener una postura solidaria salen mal paradas, empujadas a dilemas morales de alta complejidad.
Una serie breve, de pocos episodios, y capítulos muy cortos, en lo que lo que sugiere es mucho más que lo que se cuenta.
Puedes encontrarla en Filmin y reservarla para uno de estos fines de semana de invierno en los que te apetezca removerte un poco en el sofá.