Financiación diferente para una escuela diferente

Tengo la teoría de que la red en parte puede servir para rescatar formas de organización colectiva, en estos tiempos en los que la globalización del capitalismo ha arrasado con las estructuras sociales tradicionales.

Una de estas formas de organización social tradicional es el crowdfunding que, por mucho que la palabra suene a novedosa, no es más que la financiación colectiva de un proyecto, algo que se ha hecho toda la vida: tanto para financiar las fiestas del pueblo, como para construir una escuela o una iglesia, moler el grano o recoger la cosecha. Dependiendo de si lo que se aporta es inversión, recursos o financiación, recibe diversos nombres: crowdsourcing, crowdinvesting, crowdfunding… Todos igual de anglófonos y de extraños.

Siempre me interesó el tema del crowdfunding. Tanto que estuve a punto hace unos años de ponerlo a prueba con un proyecto, aunque finalmente divergencias en la dirección del mismo, y una forma mal entendida del sistema de recompensas echaron al traste mis ganas de experimentar. No obstante, me esforcé por continuar informándome y aprendiendo, lo que me llevó a visitar Zincshower, asistir a charlas y conocer a los responsables de diferentes plataformas; lo que me llevó descubrir que tenía una serie de conocimientos de diferentes vías de financiación de estos proyectos y de plataformas que facilitaban esa financiación colectiva dependiendo de la naturaleza del proyecto. De ahí a impartir una clase en la escuela de música A casa do rock sólo fue un paso.

Hace una semanas recibí un correo electrónico de Adrián, uno de los socios de A casa do rock, que asistió con gran interés a aquella charla: se planteaban un cambio de domicilio y precisaban financiación para cometer las obras del nuevo proyecto, pero se topaban con problemas con la plataforma elegida, dado que su proyecto buscaba inversores para un proyecto empresarial y no cultural, según lo entendía esa plataforma. Se encontraban perdidos en medio de un mar de terminología que a veces parece indescifrable: habían elegido una plataforma de crowdfunding, mientras que su proyecto era crowdinvesting. Por muy cultural que fuese.

Automáticamente recordé Ulule, una de las plataformas más abiertas en este sentido, y la charla en Zincshower de Rubén Gutiérrez, su Project Manager. Estaba convencido de que esa era la plataforma más adecuada para su proyecto, aunque les hablé de otras alternativas que podrían ser igualmente adecuadas para sus intereses. Por esta razón, hoy estoy encantado de ver que A casa do rock ha lanzado su proyecto con Ulule, y espero que su financiación continúe por buen cauce para que pueda sacarlo adelante sin problema.

Conozco a Adrián y a Mou, los dos socios de A casa do rock, y sé cómo han sido capaces de generar un modelo de negocio basado en sus conocimientos, su enorme capacidad de trabajo y su buen hacer, y cómo ello ha derivado en una dinamización cultural que va desde la creación de nuevos proyectos musicales hasta la grabación de productos discográficos, pasando por la producción de eventos y, sobre todo, la formación musical de un alumnado cada vez más numeroso. Todo un ejemplo de cómo la iniciativa de dos personas con agallas puede cubrir una carencia allí donde las instituciones han fallado. Sólo viendo la cantidad de chicos muy jóvenes (y no tan jóvenes) que asiste a sus clases, o que contrata sus espacios y servicios, uno se da cuenta de que, ellos sí, han sabido entender qué está demandando su público. Por eso cada vez dan más pasos, que sus propios clientes demandan, como su colaboración con la afamada Rock School, sin ir más lejos.

Adrián y Mou son dos grandes tipos que han sido capaces, a base de compromiso y esfuerzo, de crear un espacio que va camino de ser todo un referente en su ciudad. Siempre vale la pena arrimar el hombro en proyectos que redundan en beneficio de la comunidad; y por eso para mí siempre ha sido un lujo colaborar con ellos. Te animo a que pases por su página del proyecto y, si éste te convence, que contribuyas en la medida que puedas a que salga adelante. No creo que te arrepientas.

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