Columbus, de Kogonada. Emoción trascendental.
Abr-2019

Hay películas que se ven una vez y se quedan durante mucho tiempo en la memoria. Es lo que me ha pasado con Columbus de Kogonada, que días después de haberla visto, las emociones que despierta, vuelven, haciéndome reflexionar, al mismo tiempo, sobre cuestiones tan importantes como la amistad, el amor, la lealtad o la familia. Una película que es capaz de provocar algo así no puede ser calificada de menor.
Lo primero que llama la atención de Columbus es su belleza visual. Los planos llenos de color y armonía en los que la composición y la arquitectura tienen un papel fundamental. A continuación, muy pronto, nos damos cuenta de que estamos ante una película de desarrollo lento. Llena de silencios y complicidades. Una película de carácter oriental que entra en los grandes temas universales.
No me ceñiré al argumento, porque lo importante para mí, son las reflexiones a las que mueve esta película: la amistad como valor supremo, frente a las ataduras de la lealtad o la esclavitud de la familia, tan sólidas como la peor de las adicciones. La cultura y el conocimiento como elementos de liberación. La humildad y la sublimación de los instintos.
Columbus es una película elegante, por la sutileza con que toca cada tema; y con aspiración trascendental, ideal para ver en pantalla grande para evitar todas las distracciones.